Hola queridos comunitarios, seguidores, lectores habituales y esporádicos, amantes del deporte, de la aventura, de la naturaleza y de los animales. Hoy me complace escribir esas líneas para narrar la aventura que llevamos a cabo los comunitarios Alonsojpd y Patricia Carmona, en tierras de Granada, de expedición a Sierra Nevada. Todo nace de la idea de ver hasta dónde podríamos llegar en invierno en Sierra Nevada con la bicicleta de montaña. Iniciamos esta ruta en la soleada mañana del sábado día 18 de febrero de 2017.

Inicialmente habíamos hecho reserva en el camping Las Lomas, en el pueblo de Güéjar Sierra, en las faldas de Sierra Nevada. Fuimos hasta allí con el coche haciendo un viaje de unas tres horas. Pasamos la noche del viernes y en la mañana del sábado preparamos todo para emprender esta expedición a Sierra Nevada. Como casi todo en esta ruta, salvo el alojamiento, lo hicimos a la aventura, sin consultar ni mirar nada, marcamos un punto en el mapa relativamente cercano a la subida a Sierra Nevada y allá que fuimos.

Preparamos las bicis, las mochiclas, algo de agua y comida, bien abrigados porque sabíamos que arriba podía hacer frío y empezamos a rodar saliendo del Camping Las Lomas en Güéjar Sierra. Nos fuimos guiando por pura intuición, sin más ayuda, mirando la nieve de la sierra que se veía desde abajo y tomando la carretera que creíamos que nos llevaría hasta el Veleta (siempre algo más abajo por la nieve).

Desde el inicio nos sorprendió el paisaje, tras pasar el pueblo de Güéjar y el embalse de Canales empezamos a bajar por carretera, algo que nos pareció sospechoso dado que lo normal sería ir subiendo hacia Sierra Nevada. A los pocos kilómetros nos vimos metidos entre gargantas impresionantes, nos dejaban sin aliento. Rodamos por túneles excabados en piedra, por una carretera secundaria, por la que apenas cabía un coche. A nuestra derecha teníamos el río Genil, encargado de alimentar el embalse de Canales.

Hubo un momento que nos daba igual si llegábamos a encontrar la subida a Sierra Nevada o no, era tan bonito el entorno que nos olvidamos de nuestra expedición. Seguimos rodando por carretera estrecha hasta que nos encontramos con un cruce, los carteles indicativos eran bastante confusos, tomamos dirección a la derecha pero a los pocos metros no nos fiamos y decidimos volver y tomar la izquierda. Así que seguimos rodando por la orilla izquierda del río Genil, disfrutando de este espectacular paisaje.

En la parte derecha se veía una senda con puentes colgantes y algún que otro senderista, incluso vimos un ciclista de montaña. Esto nos animó a seguir y pensamos en volver por la senda si la encontrábamos, dado que se veía estrecha y singular por la ladera de la montaña. A los 10km de ruta pasamos por un albergue, a los pocos metros acabó la carretera y empezó un camino, a los pocos metros el camino se estrechó y pasó a ser una senda húmeda con hojas de árboles. Y, finalmente, la senda también acabó desembocando en el lecho del río Genil.

Las esperanzas expedicionarias de llegar a lo más alto posible de Sierra Nevada se fueron disipando en este punto. Vimos que la senda acababa y no había forma de seguir, pero era temprano, hacía un día de temperatura espectacular, abajo hacía incluso calor. Nos echamos unas fotos en el río y empezamos a investigar por la zona hasta dar con la forma de cruzar el río Genil y, al menos, recorrer la senda.

Anduvimos probando por la zona, senda que veíamos por la orilla del río senda que cogíamos con nuestras bicicletas. Mirábamos el río y en algunos sitios se estrechaba, incluso tenía piedras grandes para intentar cruzar por allí, pero la corriente de agua nos daba mucho respeto. Volvíamos al punto de partida y cogíamos otra senda. Estuvimos unos minutos probando hasta que nos cansamos y preguntamos a unos senderistas de la zona, que nos dijeron que había un puente justo donde estaba el albergue.

Retrocedimos unos metros y vimos la bajada al puente, que cogimos gustosos para recorrer la senda de la otra orilla del río. Los primeros metros tras pasar el puente no parecían ciclables, pero luego vimos que sí que lo era. Una bonita senda que discurría por la ladera de la montaña, con dos puentes colgantes, por donde disfrutamos de lo lindo.

La senda volvió a acabar y nos dejó en la carretera por la que habíamos subido. Preguntamos a un ciclista de la zona que amablemente nos dijo que sí se podía subir a Sierra Nevada por esta carretera, nos dio las indicaciones pertinentes y nos dimos cuenta de que había que tomar el cruce por el que dimos la vuelta en un principio.

Ahora con la idea clara de cómo subir a la sierra dejamos la investigación de la zona para otro día y nos pusimos a rodar volviendo sobre nuestros pasos. Llegamos al cruce y, bajando en dirección a Güéjar Sierra, giramos a la izquierda tras pasar el túnel, como nos había dicho el amigo ciclista. La carretera muy pronto empezó a tomar inclinación, pasó de una suave pendiente a inclinarse de forma preocupante.

Empezamos a adentrarnos en la montaña y a subir y subir, dejando muy abajo el río Genil y Güéjar Sierra. La zona seguía siendo muy bonita, con muchos árboles y las cunetas de la carretera llenas de hojas. Empezamos a sudar, nos sobraba toda la ropa, nos caían gotas de sudor desde la frente hacia las gafas.

Por supuesto vuelvo a decir y recordar que todo esto lo hicimos sin ningún tipo de preparación inicial. Lo cual le dio a la ruta expedicionaria un punto de aventura que me encantó, de liberdad, sin estar sujetos ni subyugados a comentarios ni track ni nada de terceras personas. Es lo bonito y lo que define a la Comunidad, hacemos lo que nadie ha hecho antes y lo hacemos como nadie lo ha hecho, a nuestra manera, con nuestra opinión, aplicando nuestro sentido común, disfrutando y sufriendo por sorpresa y a partes iguales.

Un ciclista de carretera que subía nos preguntó que hacia dónde íbamos, le dijimos que hacia Pradollano y hacia donde se pudiera subir, hasta la nieve. Nos miró con mucha desconfianza, si hubiera apuestas estoy seguro que este compañero ciclista no habría dado ni un céntimo por nosotros. Nos dijo que quedaban muchos kilómetros y todo de subida y amablemente nos explicó que había dos posibilidades para subir. Se lo agradecimos y y continuamos la ruta.

Hicimos una parada obligada a admirar el paisaje, con Güéjar de fondo y el embalse de Canales, que se iban viendo cada vez más diminutos y con Sierra Nevada arriba, cada vez más imponente, tan cercana y lejana, cubierta de nieve. Aprovechamos para echarnos unas fotos y almorzar, había que alimentarse bien para que no nos picara el pollo, éramos plenamente conscientes de que aún quedaba mucho por recorrer. Comimos barritas, frutos secos, bebimos agua y seguimos contemplando esta bella postal durante un buen rato.

Arrancamos de nuevo tranquilamente, subiendo y subiendo, siempre por carretera. Llegamos al cruce del que nos habló el amigo ciclista, lo tomamos a la izquierda porque se veían menos coches. Al fondo se veía la carretera que sube a Pradollano y estaba muy transitada, así que optamos por tomar esta subida que posiblemente sería más dura que la otra pero sin tanta molestia de vehículos.

La subida no acababa y pronto empezamos a ver nieve a los lados de la carretera. La comunitaria @patricia vio en una orilla unos cervatillos, paramos a intentar grabarlos pero se fueron espantados por el ruido. Fue justo en el cartel que indicaba que estábamos a 2.000 metros sobre el nivel del mar. Esto nos dio pie a detenernos para grabar un poco el momento y la nieve que había por la zona. También arreglamos un pequeño problema del sillín de la bici de la comunitaria Patricia, de su Vitoria Sioux, que iba muy inclinado hacia arriba y bajamos un poco.

Seguimos con la subida, por momentos animados al levantar la vista y prácticamente ver el Veleta al fondo, todo nevado, en otros momentos los ánimos decaían un poco dado que empezaban a bajar las temperaturas considerablemente. El sol estaba fuera y hacía buen día pero se iba notando que pasábamos de los 2.000 metros de altitud.

La carretera hacía eses, curvas a un lado, curvas a otro lado y siempre subiendo. Por fin vimos un cartel a lo lejos que indicaba el cruce que subía al Veleta y el que iba hacia Pradollano. Era la hora de comer así que optamos por ir hacia Pradollano a comer y luego intentar subir algo más hasta donde pudiéramos.

Llegamos a Pradollanocon unos 30km, de los cuales unos 25 de subida y nos sentamos en el primer restaurante que vimos. El sol allí era fuerte y hacía hasta calor, nos calentamos bien e incluso nos quitamos ropa. Pero pronto la alta montaña empezaría a mostrar su cara menos amable. A mitad de la rica comida el sol se tapó por unas nubes que no sabíamos de dónde habían salido pues unos segundos antes no existían. Justo al ocultarse el sol las temperaturas bajaron en picado y nos costaba incluso comer (estábamos en la calle). Volvía a salir el sol y volvían a subir las temperaturas. Y vuelta a empezar, el sol se tapaba y cada vez duraba más tapado, hasta empezó a correr un suave viento frío.

Terminamos de comer lo más rápido posible al ver que el sol ya no salía de entre las nubes y que hacía bastante frío. No íbamos preparados para afrontar el frío de la alta montaña así que subimos hacia el cruce del Veleta y subimos un par de kilómetros, hasta donde el frío nos dejó. Nos quedamos a unos 3 kilómetros de la zona nevada (lo comprobamos al día siguiente pero ya con el coche). Paramos aquí a echarnos unas últimas fotos, a admirar la belleza de la montaña nevada y sin demorarnos mucho emprendimos el regreso.

El frío era muy intenso en la bajada, con la velocidad que fuimos cogiendo por la carretera se nos metía por todas partes. Afortunadamente conforme hacíamos kilómetros de bajada las temperaturas iban subiendo poco a poco. Tomamos el camino hacia un mirador que habíamos visto al subir, en el monte Ahí de Cara, paramos a echarnos unas rotos y admirar el pueblo de Güéjar, que se veía diminuto desde tan arriba.

Llegamos a un cruce de carreteras y paramos a recuperar la circulación de la sangre en las extremidades, que las teníamos casi congeladas. De paso miramos los carteles y vimos que se podía llegar a Güéjar por otro lado diferente al que habíamos subido. Siguiendo con la filosofía de esta ruta, improvisación total, cogimos el cruce a la izquierda y empezamos a bajar por una carretera desconocida.

El pueblo de Güéjar Sierra se veía abajo, a lo lejos, se iba haciendo cada vez más grande conforme íbamos bajando con nuestras bicicletas. Pero la ruta de expedición aún nos aguardaba una pequeña sorpresa. Llegamos abajo del todo y vimos que el pueblo quedaba arriba, por lo que ahora nos tocaría subir de nuevo. Antes tomamos un camino hasta el inicio del embalse de Canales, aprovechando que estábamos cerca fuimos a visitarlo.

Emprendimos el final de nuestra ruta subiendo al pueblo de Güéjar y regresando al Camping de Las Lomas. Acabamos la ruta con 57km y unos 1.900 metros de desnivel acumulado subiendo. Estuvimos unas 8 horas de ruta, llenas de pleno disfrute. Nos quedó un buen sabor de boca y bajamos con el pensamiento de volver en breve, cuando la climatología mejore y el verano derrita la nieve invernal a por el Veleta . Sin duda este año lo volveremos a intentar para coronar el Veleta, desde Güéjar, nos gustó mucho más que desde donde lo hicimos la última vez, desde Motril.

  • Fotos de la ruta MTB:

__