Hola amigos de Comunidad Biker, soy el comunitario Alonso y os relataré nuestra última ruta de ciclismo de montaña por tierras de Francia. Arrancamos la mañana de ciclismo los comunitarios Alonsojpd, Paquito206, Kronxito, Lourdes y Estefanía, nos vestimos con las equipaciones comunitarias, desayunamos, preparamos las bicicletas alquiladas y partimos desde el camping de Les Peupliers hacia Montlouis-sur-Loire, siempre buscando La Loire à Vélo, la vía para bicis señalizada.

Como todas las mañanas en Francia, en esta zona, con bastante fresco al salir. Rodamos empezando a coger calor por el tramo de vía que ya conocemos del primer día. Nos detenemos en un columpio a jugar, tomar el sol, almorzar un poco y echarnos unas fotos.

Continuamos con la ruta, siguiendo las indicaciones, hacia el pueblo de Chenonceaux. Según las indicaciones marcaba que faltaban unos 16 km, cuando llevábamos unos 10km. Todo dentro de lo previsto para realizar una ruta de unos 55 km.

A los pocos kilómetros nos encontramos un repecho, una subida de 1 km más o menos hasta llegar a un bosque tupido y oscuro. Rodamos por allí con las bicicletas de montaña y con el corazón un tanto encogido por la sensación que nos proporcionaba ese bosque. Una sensación de paz, silencio, armonía, incluso paramos unos minutos a acercarnos un poco más a los árboles.

Durante varios kilómetros no vimos otra cosa que árboles alrededor y esa oscuridad tranquila que proyectan. Salimos del bosque y cruzamos el pueblo de Dierre. Justo allí vimos una bonita parroquia con césped y sombra, así que paramos a comernos unos plátanos y descansar un poco. Aprovechamos para mirar algún mapa y comprobar un poco, pues el castillo de Chenonceau no aparecía y ya llevábamos más de 10 km recorridos después de la última señalización de 16 km para llegar.

Seguimos avanzando ahora al sol, sin árboles, entre sembrados. A los pocos kilómetros nos encontramos con un río a la izquierda, bastante ancho y cruzamos algún pueblo más. Las indicaciones por allí engañaban un poco, pues no mostraban los kilómetros que faltaban o los mostraban mal. Hubo un momento en que estuvimos a punto de darnos la vuelta, dado que seguíamos haciendo kilómetros de ida que luego habría que hacer de vuelta y el castillo no aparecía.

En las afueras de una de las poblaciones, de Finispont, nos encontramos con unos caballos, burros y ponis muy simpáticos, así que paramos a acariciarlos y contemplarlos unos momentos, de paso nos relajamos y descansamos. Las comunitarias Lourdes y Estefanía no se detuvieron mucho rato para no enfriarse. Nosotros nos quedamos y grabamos a estos graciosos animalillos, además de peinar a uno de ellos.

Y el camino no acababa y el castillo no aparecía y solo nos encontramos un par de ciclistas que iban más o menos a nuestro ritmo, una pareja, pero creo que tan perdidos como nosotros. Aún así, siguiendo el espíritu comunitario, no desistimos y continuamos tragando kilómetros y sol.

Cuando ya estábamos casi desesperados vimos un cartel indicando el pueblo de Chenonceaux a lo lejos ¡¡por fin!! Esto nos animó y continuamos. Justo al entrar al pueblo el castillo estaba perfectamente señalizado y cerca. Sin pensarlo mucho fuimos a sacar las entradas para visitarlo. En francia, para casi todo, hay que pagar entrada.

Aparcamos las bicis, les pusimos el candado con la contraseña 1515 que nos habían proporcionado los del alquiler y nos adentramos en los jardines del chateau de Chenonceau. Ya de primeras se veía impresionante y no defraudó. Fuimos hacia un laberinto de setos que recorrimos por completo y, desde allí, a los jardines del castillo. Unos jardines no tan espectaculares como los del chateay de Villandry pero también muy bonitos y amplios.

Pero lo más impresionante fue ver el castillo de Chenonceau rodeado de agua, en medio de un río ¡¡magnífico!! Perfectamente conservado, un regalo para la vista. Nos echamos las fotos oportunas y nos sentamos un rato a admirar esta belleza arquitectónica.

Entramos dentro del castillo, también muy bonito y muy bien restaurado. Incluso tenía las cocinas perfectamente equipadas con los utensilios que se empleaban en la época. Nos hicimos cientos, quizá miles, de fotos y vídeos.

La zona estaba bastante concurrida, había muchos visitantes, se nota que es uno de los castillos de obligada visita de Francia. Seguimos andando por la zona, por los jardines y luego por algunas exposiciones de carros antiguos e incluso algún coche. También otro jardín con diversas plantas ¡miles! y algún asno o burro.

Tras varias horas de visita, ya cansados y con hambre, salimos para volver a las bicis e intentar comer. Pero Francia no es España, a las 15:03 los restaurantes ya no te ofrecen comida, como mucho bebida. Así que recorrimos el pueblo de Chenonceau en busca de algún restaurante abierto o de algún sitio para comer algo. Tras varios intentos en varios restaurantes con nuestro limitado francés llegamos a una patisserie que estaba abierta y con bastante gente. Nos asomamos y vimos que se podía comprar atún, pan, tomate y bebida. Nos pusimos a coger los alimentos para luego hacernos unos bocadillos en algún parque o sombra y la dependienta nos hizo un gesto indicando que hacían bocadillos.

Está claro que no éramos los únicos en buscar comida tarde, porque esta patisserie estaba adaptada a los descuidados como nosotros. Nos vino de maravilla, incluso tenía mesas y sillas para sentarnos. Nos pedimos los bocadillos, la bebida y nos sentamos tranquilamente ya relajados tras ver que podríamos comer dignamente.

Tras la comida y sin mucha dilación nos volvimos a montar en las bicis para tomar el camino de regreso, unos 40 km nos restaban para volver al camping. Los hicimos rápidos, incluso el comunitario Kronxito pudo darse un chapuzón en uno de los ríos de la zona. Se nos atragantaron un poco alguna de las subidas pero ya arriba en el bosque regresamos a buen ritmo.

Llegamos a la casa incluso de día, sin ningún episodio de crudas realidades que destacar, más allá de un poco de falta de agua y el cansancio acumulado de los dos días anteriores más el de la ruta de ida. Por lo demás nuestras comunitarias se portaron de maravilla, aguantando 200 km en 3 días y nuestras bicis alquiladas también aguantaron sin pinchazos ni averías, más allá de la defectuosa bicicleta de Paquito206.

Una ruta estupenda, una jornada de diversión con un poco de sufrimiento pero mereció la pena. Hicimos 78 km y estuvimos casi 10 horas rodando y andando por el castillo. La verdad es que nos lo pasamos genial.

De vuestro comunitario presidente Alonso.

  • Fotos de la ruta de ciclismo de montaña en Chenonceau: