Muy buenas estimados comunitarios, como anunciamos en el foro de la Comunidad hace un tiempo, decidimos inscribirnos a la Media Maratón de Santa Pola, en su 29ª edición, para correr sus 21 kilómetros y 93 metros los comunitarios Alonsojpd, Alino Pies Anchos, María, Patricia Carmona y Óscar. Un auténtico reto para algunos como fue mi caso, llevaba varios años sin correr absolutamente nada y mi preparación fue, cuanto menos, escasa. Y para otros también, siendo su primera media maratón, otros correrían descalzos y otros tantos con alguna lesión o molestia. A fin de cuentas cada cual llevaba su peso, sus historias, sus expectativas, sus miedos y sus esperanzas.

Os pongo en antecedentes, mi última Media Maratón fue allá por el año 2013, en Almansa. Ese año también hice la Media Maratón de Santa Pola. Recuerdo que venía de casi una década sin correr, cuando colgué las zapatillas tras acabar la Maratón de Madrid, allá por el año 2002. Así que en 2013 volví a dejar de correr por motivos diversos, hasta el 2017, hace unos tres meses.

La comunitaria Patricia comentó que quería hacer una media maratón, lo dejó caer, como el que no quiere la cosa. Los entendidos en el asunto le aconsejaron la de Santa Pola, por ser de las más bonitas, al correr cerca del mar. Ni corta ni perezosa se inscribió y me inscribió a mí, a unos tres meses de su ejecución. En un principio me asusté, llevaba muchísimos años sin correr y sólo había hecho ciclismo. Claramente no estaba preparado ni de lejos, lo más que había hecho es correr una vez al año en la San Silvestre, pero son 6 km y se hacen amenos.

Posteriormente se inscribirían los comunitarios Alino Pies Anchos y María. Ellos tienen mucha experiencia en entrenamiento para este tipo de carreras de fondo, así que instruyeron a la comunitaria Patricia y le fueron dando un planning de entrenamiento. También iba dirigido a mí, que tomé buena nota, otra cosa bien diferente es lo que hice con las notas que tomé.

Empezamos a entrenar, haciendo salidas cortas de 5 km ¡Menuda sensación! Como siempre que empiezas algo a lo que no estás acostumbrado cuesta muchísimo, te fatigas a los primeros metros, vas incómodo, molestias por aquí y por allá, un pequeño calvario. Pero la experiencia me dice que si eres capaz de aguantar esas primeras veces el cuerpo acaba acostumbrándose, la musculatura se va «adaptando», los pulmones, el corazón, …

Con la cuarta salida de running ya empezaba a aguantar 8 km sin cansarme mucho, aunque los primeros, el comienzo, se me hacía duro. Luego parece que el cuerpo iba recordando mis años de corredor, donde me hacía 20 km y acababa como una rosa. Pero los años no perdonan, esta es una frase hecha que no es real del todo, lo que no perdona es la inactividad. Sin contar esas dos medias maratones de hace 5 años y sin contar las San Silvestres, llevaba sin correr casi 20 años ¡Ahí es nada!

Y llegó el día de la Media Maratón de Santa Pola, domingo día 21 de enero de 2018. Por circunstancias de la vida acabé mi «entrenamiento» haciendo unas 8 salidas de entre 5 y 9 km, con una de 17 km y la San Silvestre. Un entrenamiento muy pobre para una media maratón y para los años que llevaba sin correr. Así que fui a la aventura, si me encontraba bien y no tenía molestias trataría de acabarla y si no otra vez será.

La comunitaria Patricia, como cuenta en su crónica, se estrenaba en esta distancia, había hecho otras carreras y suele correr de forma habitual pero nunca tanta distancia. Ella se la preparó mejor. El comunitario Alino viene de participar y acabar en maratones, así que esto sería pan comido, teniendo en cuenta siempre que corre descalzo. La comunitaria María entrena mucho, si bien acarrea algunas molestias musculares, por las que también era duda. Y el comunitario Óscar también se estrenaba en esta modalidad, él se la preparó más o menos bien. En definitiva todos íbamos con dudas, con muchas dudas, pero riendo y contentos por intentarlo.

Los días de antes cambiamos la dieta para hacerla rica en hidratos de carbono, para cargar las reservas de glucógeno: pasta, patatas cocidas, arroz, etc.. La noche anterior cenamos bien y el desayuno de la mañana de la media maratón también lo hicimos fuerte.

Un madrugón importante, a eso de las 6 de la mañana, nos vestimos, desayunamos y nos preparamos para partir hacia Santa Pola. Nos haría de chófer el comunitario Kronxito, que nos acompañaba como apoyo logístico y como camarógrafo/reportero..

Llegamos a Santa Pola, recogimos los dorsales, nos tomamos unas infusiones, calentamos un poco y nos preparamos para salir. La comunitaria Patricia muy nerviosa porque no sabía a lo que se enfrentaba. En mi caso todo lo contrario, era mi décima media maratón y, aunque hacía años que acabé la última, tampoco tenía presión alguna, si me encontraba bien la acababa y si notaba alguna molestia me retiraría.

Sonó el disparo de salida, unos 4.500 participantes, tardamos casi tres minutos en pasar por la línea de salida, dado que partimos de las últimas posiciones. Poco a poco, kilómetro a kilómetro, si iban pasando los nervios. Al principio había mucho agobio, mucha gente, no se podía adelantar. Pero a diferencia de las marchas de ciclismo, no llevamos bicicleta, por lo que es más fácil ir esquivando a la gente y adelantar.

Durante los tres primeros kilómetros corrí junto a Patricia, el resto de comunitarios salían de posiciones más adelantadas, además de ir más rápidos, así que no nos volveríamos a ver en todo el recorrido ¿o sí? Me empecé a notar una leve molestia en el tibial, algo que me ocurría en mis últimos años de corredor, me asusté bastante. Opté por acelerar el ritmo, pues cuanto más despacio vas más impacto y más frenado, por lo que los músculos sufren.

La comunitaria Patricia quedó atrás, mantuve el ritmo alto unos 5 km, iba bastante bien de pulsaciones, tal vez por el fondo adquirido con la bicicleta. Me encontré a María de frente, iba la 6ª absoluta ¡qué máquina! Y eso que partía con alguna molestia muscular. Al llegar al puerto me encontré también de frente al comunitario Óscar, que iba unos segundos por delante de mí. Justo aquí, cuando giré, vi a la comunitaria Patricia, que iba a un minuto por detrás de mí.

Hasta el kilómetro 10 me encontraba muy bien, se me pasó la molestia en el tibial, e incluso iba a un ritmo superior al que solía ir hace décadas cuando corría las medias maratones. No me notaba cansado, lo cual me sorprendió gratamente. Tampoco me notaba molestias, más allá de algún cosquilleo en los gemelos, en las rodillas y en la espalda, pero a priori nada preocupante.

En cada avituallamiento iba cogiendo agua y le daba tres o cuatro sorbos, sobre todo porque salí con una térmica y me estaba achicharrando. El sol pegaba fuerte y hacía calor, hubo algún momento en que pensé en parar, en quitarme la térmica y continuar, pero finalmente aguanté como pude.

La comunitaria Patricia me dio alcance aproximadamente en el kilómetro 10, justo al pasar un repecho que fue corto pero duro para los que no hemos entrenado nada o casi nada. En esa zona salíamos de la orilla de la playa. Me alegré al ver que Patricia iba bien, hice un esfuerzo para sacar la GoPro del bolsillo y grabé el momento en que me pasaba.

Aguanté su ritmo durante un par de kilómetros pero preferí ir al mío, sabía que aún quedaba lo peor, esa segunda parte que es lo mismo que ya hemos hecho pero con el cansancio acumulado. Hasta el kilómetro 14 aproximadamente me encontraba más o menos bien, aunque los hormigueos mencionados anteriormente pasaron al nivel de pequeña molestia: gemelos, rodillas, espalda, todos querían decirme algo así como «Para que esto te supera y no estás preparado».

Me encontré con el comunitario Alino Pies Anchos que venía de regreso y acabando prácticamente, a mí aún me quedaban unos 6 km. El caso es que me animé porque pensé que ya me quedaría poco, pero un cartel indicando el kilómetro 15 me hundió un poco psicológicamente, aún me quedaba toda una San Silvestre completa ¡bufff!

Tuve que luchar contra esa parte que te dice al principio «para y anda un poco», y luego te chilla «¡qué pares!». Veía muchos corredores pararse a mi lado y esto aún me daba más ganas de parar, pero también sabía que si paraba tal vez no acabaría.

Luché contra mí mismo y traté de poner un ritmo que no fuera muy lento pero que pudiera aguantar. Y así fue como conseguí llegar al final de esta calle interminable, para girar a la izquierda y, a partir de aquí, sabía que me quedaban 3 km. También sabía que sería una odisea pero ya no había vuelta atrás.

Desde el kilómetro 17 me empezaron a doler los gemelos y la espalda, lo que antes era un hormigueo y luego un leve dolor, ahora se había convertido en dolor (sin el leve), esto me preocupó. Me seguía encontrando bien de pulsaciones y de cansancio, pero las piernas ya no me respondían.

Los últimos tres kilómetros los realicé siendo consciente plenamente de cada paso que daba, sabía que cada paso era un metro y poco, así que me quedaban 2.000 pasos. Vi el cartel del kilómetro 19, hice un esfuerzo sobrehumano para sacar la GoPro, me costaba horrores, dado que perdía el poco ritmo que llevaba. Dos kilómetros para meta y esto no se acababa nunca.

Por fin pasé por el cartel de 20 km, intenté sacar la GoPro pero finalmente no lo hice, iba agotado de cintura para abajo, se me había cargado la espalda y también el cuello. Prácticamente me iba arrastrando… cuando oí que decían mi nombre, eran María, Kronxito y Alino Pies Anchos que me animaban en los últimos metros. Levanté la cabeza y a lo lejos, a unos 300 metros, vi la meta. Me animé y traté de aumentar el ritmo para llegar con cierta dignidad, incluso me tomé el lujo de sacar la GoPro para grabar la llegada ¡Conseguido!

No me lo podía creer, había acabado y en un tiempo muy inferior al que esperaba. Justo al pasar la meta vi a lo lejos a los comunitarios Óscar y Patricia, que también acababan de llegar. Nos felicitamos y fuimos a comer algo. Desde el kilómetro 18 me invadió una sensación de hambre importante. Comimos un poco de coca, naranja, plátano y algo de bebida.

Tras parar apenas podíamos andar, con los cuádriceps y gemelos cargados, subir un escalón de una escalera era magna tarea. Vinieron el resto de comunitarios y nos dirigimos hacia la zona donde nos grabaron con láser la medalla de finalizador (o finisher, como lo llaman ahora las modernidades) de la Media Maratón de Santa Pola. Todos muy contentos y felices por haber acabado. Y felicitando a nuestra comunitaria campeona, a María, que quedó la cuarta absoluta, la segunda de las nacionales y la primera de su categoría ¡Enhorabuena!

Esperamos a la entrega de trofeos, mientras fuimos estirando un poco y moviendo las piernas para que no se nos quedasen inválidas del todo. Fuimos a comer, sabiendo que tras media hora sentados apenas podríamos andar al levantarnos, pero el hambre podía más. Y así fue, tras la comida nos costó levantarnos y regresar al coche.

Pusimos camino a casa, con la satisfacción de ver este reto conseguido por todos los comunitarios, cada cual con sus expectativas cumplidas y con creces. Quiero dar mi más sincera enhorabuena a todos, pasamos un día estupendo y, aunque ahora tenemos el cuerpo molido, la experiencia mereció la pena.

De vuestro comunitario presidente Alonso.

  • Fotos de la Media Maratón Santa Pola 2018: