Hola comunitarios, cruzamos los pirineos en coche y pasamos de San Sebastián a Francia, a Bagnières de Bigorre, un pueblo a unos 30km del Col du Tourmalet, en el pirineo francés. Buscamos alojamiento en el pueblo con la idea de salir a la mañana siguiente en bici y hacer el ascenso completo. Cenamos en una pizzería artesanal, donde el señor Valentino nos hizo una pizza en el momento, pudimos ver cómo hacía la masa, cómo le daba forma y cómo la rellenaba de ingredientes naturales, luego la metió al horno de piedra que tenía a su espalda y nos comimos las mejores pizzas de nuestra vida, sin duda alguna.

El tiempo amenazaba lluvia por la noche, cenamos las pizzas tranquilamente, dimos un paseo por el pueblo y a dormir que nos esperaba una dura ruta de ciclismo de montaña por carretera.

Milagrosamente amaneció despejado en la mañana del lunes 7 de agosto de 2017, sacamos las bicicletas del garaje particular del hotel, nos vestimos y preparamos y partimos hacia los Pirineos, hacia el Col du Tourmalet, sin saber con exactitud los kilómetros que había desde este pueblo ni lo que nos íbamos a encontrar.

Hace unos 7 años, allá por agosto del 2010, los comunitarios Alino y Alonso (un servidor), realizamos el ascenso al Col du Tourmalet desde Campan. Por lo tanto me sonaba la subida pero no la recordaba al detalle, de hecho recordaba erróneamente que los últimos dos o tres kilómetros tenían duras pendientes (luego descubriríamos que no era así).

Pasamos varios pueblos franceses, entre ellos Campan, un pueblo con unos muñecos de trapo repartidos por todos sitios, por los bares, en las esquinas, en las ventanas de la casas, a la entrada y salida del pueblo, que daban cierto miedo.

En los primeros kilómetros la pendiente era muy suave, del 3%, nos sirvieron para ir calentando los músculos y cogiendo tono para la subida al Tourmalet. Pronto llegó el cartel indicativo del Col du Tourmalet a la derecha. Cogimos la carretera y nos encontramos con el primer panel informativo que indicaba 16 km hasta coronar, desde 880 metros de altitud hasta 2.115. De momento un kilómetro al 4% de pendiente media.

Continuamos subiendo, por un paisaje verde típico de los pirineos franceses. Los siguientes kilómetros también serían con pendientes medias del 4 ó 5 por ciento, muy llevaderos, pero constantes siempre subiendo.

Paramos al ver una cascada de agua al fondo, que bajaba de la montaña, algo insólito en nuestras montañas murcianas y habitual allí. Dejamos las bicis aparcadas unos metros dentro de la senda y nos quedamos unos minutos admirando el espectáculo natural del agua cayendo varios metros desde lo alto. Nos hicimos unas fotos y continuamos con la subida.

Íbamos a ritmo tranquilo y constante, no conviene hacer muchas paradas en este tipo de subidas sin apenas descansos. En mi caso siempre con la idea (errónea) de que vendrían rampas de pendientes duras de más del 20%, algo que nunca llegó, es lo que recordaba de la última vez que hice el ascenso al Col du Tourmalet, supongo que porque en aquel entonces estaba algo peor de forma.

La pendiente fue aumentando pero nunca sobrepasando el 9%, que fue la media de casi toda la subida. Llegamos a la estación de esquí, donde el vagón del teleférico no paraba de subir y bajar gente. Incluso aunque no haya nieve, estos picos son un espectáculo digno de ver en verano o en invierno indistintamente. Ajenos a este ajetreo nosotros continuamos con el ascenso, parece que cuando llegas a la estación de esquí ya has finalizado, pero no, no es así, aún quedan 3 km y en mi mente seguía pesándome el hecho de que serían duros, muy duros.

Ahora nos encontrábamos ovejas y vacas pastando por la zona, algunas cruzando la carretera. Cada kilómetro nos íbamos encontrando un panel informativo que decía la altitud y la pendiente media del próximo kilómetro, nunca sobrepasaría el 9%.

En estos dos últimos kilómetros se veían las pintadas en la carretera de las celebraciones del Tour de Francia, que muchos años ha pasado por aquí. Rodábamos por el mismo sitio por donde han rodado grandes ciclistas, eso siempre es un aliciente. Pero el mayor de los alicientes nos lo proporcionaba las vistas espectaculares de los picos más altos de la montaña y de todo lo que íbamos dejando atrás.

Y llegamos al último kilómetro, y seguía con mi petera de que sería durísimo, pero no, para nada, seguía en pendiente media del 9%. Y ya se veía el final del ascenso, lo que nos dio más ánimos, 16 km de subida, sin contar los anteriores desde el pueblo en el que salimos, no son duros pero es subida constante sin descanso, por lo que las piernas se van cansando, más aún con bicicleta de montaña sobre asfalto.

Y coronamos el Col du Tourmalet, alegres y felices por el reto conseguido, siempre recompensados por los magníficos paisajes verdes de los Pirineos. Nos quedamos con las ganas de continuar la carretera que baja hacia Lourdes, pero esa ruta la dejaremos para otra ocasión.

Tocaba volver, ahora casi todo descenso, así que revisión de las ruedas y frenos y a disfrutar de la bajada. Se nos hizo un poco tarde por lo que paramos a comer en la estación de Esquí, donde permanecen muchos locales abiertos aún.

Y continuamos bajando y bajando, hasta que se nos cansaban las manos de frenar. Hacía algo de frío en la bajada, sobre todo en las partes donde no daba el Sol, pero era soportable. Conforme bajábamos aumentaba la temperatura. Incluso nos permitimos parar a acariciar unos caballos y a ver un aguilucho haciendo un descenso para atrapar a su presa, justo delante de nuestras narices ¡Impresionante!

Regresamos a Bagnières de Bigarro con 61 km y 1.700 metros de desnivel acumulado subiendo ¡Ahí es nada! Acabamos cansados pero encantados de haber realizado esta estupenda ruta, que es cierto que se suele hacer en ciclismo de carretera y con bicicleta de carretera, de hecho no vimos ni una sola bici de montaña, pero tiene su gracia hacerla con bicicleta de MTB también ¿por qué no? A la próxima en carretera.

Pasamos el resto del día en este pueblecito acogedor del sur de Francia, con la intención de volver a cenar pizza de nuestro querido señor Valentino, pero había un cartel que indicaba que los lunes descansaba, así que nos fuimos a cenar a otro sitio, dar un paseo tranquilamente por el pueblo y el río y a dormir que al día siguiente tocaba hacer más de 1.000 km de coche para regresar a nuestras casas.

El viaje de regreso decidimos hacerlo tranquilamente por la nacional, nada de autovía, para cruzar los Pirineos por los pueblecitos de montaña. Pasamos por Mauvezin y paramos a ver su château, como siempre en perfecto estado de conservación, algo propio de Francia, aunque también como siempre con entrada de pago, así que le dimos una vuelta por fuera y continuamos el regreso a casa.

Dicho sea de paso tuvimos suerte durante el viaje, tanto en Cangas de Onís con la subida a los lagos de Covadonga, como en San Sebastián, como en la subida al Tourmalet. En todos los casos nos tocó un día perfecto y soleado, en cambio cuando abandonábamos el lugar al día siguiente, hacía frío y llovía. Y así fue también en Francia, al levantarnos para irnos a casa llovía en Bagnières de Bigorre y hacía fresquito. Sin dudar pensamos que si el día anterior hubiera amanecido así no habríamos podido hacer el ascenso al Tourmalet ¡Cosas del destino!

Cruzamos la frontera con una niebla densa, pasando un túnel de 3 km y llegando a Bielsa y Ainsa en Aragón. Paramos en Bielsa a tomar algo y continuamos con el regreso de este magnífico viaje lleno de aventuras, vivencias, emociones y paisajes que quedarán en nuestras retinas, hasta que otra cosa mejor los borre.

De vuestro comunitario presidente Alonso.

  • Fotos de la ruta MTB al Tourmalet: